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jueves, 24 de marzo de 2011

El Universal, México 24 de marzo de 2011

Mujeres: Más susceptibles al tabaco y sus efectos

Mediante estrategias preventivas, que incluyen talleres interactivos y juegos de computadora, se busca alejar del cigarro a chicas adolescentes de la ciudad de México

Jueves 24 de marzo de 2011
El Universal

El tabaquismo es ya una pandemia que tiende a “feminizarse”: actualmente, en todo el mundo, 12% de las mujeres fuma y se piensa que este porcentaje habrá de incrementarse a 20% en para 2025.

En México, donde hay cerca de 14 millones de adictos al tabaco, 9.9% de la población femenina, de 12 a 65 años, es fumadora activa, según la Encuesta Nacional de Adicciones 2008.

Y la Encuesta sobre Tabaquismo en Jóvenes, aplicada en 32 ciudades mexicanas entre 2003 y 2008, indica que en cuatro de éstas la prevalencia de consumo de tabaco en mujeres fue mayor que en hombres.

“La brecha de género que existió históricamente en cuanto a consumo de tabaco en la adolescencia ya se está reduciendo, pues si bien ahora hay casi tres hombres adultos fumadores por cada mujer, en los adolescentes la relación es uno a una”, dice la doctora Nazira Calleja, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM, quien aplica estrategias contra el tabaquismo dirigidas específicamente a chicas adolescentes de la ciudad de México.

¿Por qué fuman las adolescentes?

La etapa de la experimentación con el cigarro puede iniciar en la infancia, pero sobre todo en la segunda década de vida, cuando el individuo está expuesto a múltiples y variados factores de riesgo: biológicos (pubertad temprana en niñas), personales (rebeldía, depresión, baja autoestima, anorexia, bulimia, carencia de habilidades para enfrentar el estrés), familiares (padres fumadores, permisividad ante el consumo de tabaco en casa) y sociales (amigos fumadores, presión social para fumar y susceptibilidad a dicha presión).

Precisamente, después de llevar a cabo una amplia investigación en jóvenes mexicanos, Calleja llegó a un modelo de “susceptibilidad tabáquica” integrado por cuatro factores de riesgo (creencia en los beneficios de fumar, rebeldía, amigos fumadores y permisividad ante el consumo de tabaco en casa) y dos factores de protección (creencia en la propiedad adictiva del tabaco y supervisión de los padres).

“Así, en familias donde hay supervisión paterna y se cree que el tabaco es adictivo, la ‘susceptibilidad tabáquica’ es menor. Pero en hogares donde se encienden cigarros, el chico o la chica entiende que esa es una norma, por lo que es mucho más probable que fume”, explica la académica universitaria.

Publicidad mortal

En un estudio comparativo realizado en secundarias públicas y privadas del sur de la ciudad de México (de las delegaciones Coyoacán, Tlalpan y Álvaro Obregón), Nazira Calleja descubrió que en las primeras hay más factores de riesgo que en las segundas, como creencia en los beneficios de fumar, amigos fumadores y permisividad ante el consumo de tabaco.

“Sí, en las públicas, 65% de los muchachos entrevistados afirman que los maestros pueden fumar en su escuela y 29% que pueden hacerlo los alumnos, mientras en las privadas, 31% y 11%, respectivamente, dicen lo mismo. En cuanto a una clara normatividad antitabáquica, 52% de los alumnos de las públicas y 64% de las privadas señalan que ésta existe en su centro escolar.”

A esto debe sumarse la publicidad de las tabacaleras en los medios de comunicación y la aparición en las películas de escenas con actores y actrices fumando, que influyen decididamente en los adolescentes para que sientan la necesidad de fumar.

“Ahora que en los países desarrollados se está dejando de fumar como resultado de los innumerables controles del tabaco que han surgido, las tabacaleras (con una producción anual de cinco billones de cigarros) quieren enganchar a los chicos de los países en vías de desarrollo”, comenta la académica.

Prevención, la solución

¿Qué hacer ante la limitada efectividad de los tratamientos para dejar de fumar, debida a que la nicotina es una de las drogas más adictivas?

“La prevención enfocada invariablemente en los adolescentes es una estrategia fundamental para fortalecer los factores de protección y atenuar, modificar o eliminar los riesgos que conducen al tabaquismo”, responde Calleja.

La académica de la UNAM trabaja con programas de prevención dirigidos particularmente a chicas, porque éstas son más susceptibles al tabaco y sus efectos, y porque, como ya se dijo, el consumo de aquél entre el género femenino está creciendo muchísimo.

De este modo, las adolescentes aprenden, a través de diversos talleres interactivos y con juegos de computadora, a reconocer las situaciones de riesgo, a desarrollar habilidades de rechazo al cigarro, a asumir un compromiso público de no fumar, así como a tomar conciencia de cómo será su vida si deciden o no hacerlo.

Se les muestra también cuáles son los efectos a corto plazo de la adicción al tabaco (mal aliento, acné, irritación de la garganta, dientes y dedos amarillentos, voz ronca, piel reseca y arrugada…) y cómo las tabacaleras enfocan su publicidad en ellas para manipularlas y hacerlas fumar, aun en contra de sus deseos iniciales, porque para nadie son agradables el sabor y el olor del cigarro al principio.

“Los efectos a corto plazo les impactan mucho, no si van a enfermarse dentro de 20 o 30 años por su adicción al tabaco”, observa Calleja.

Resultados positivos

Por ejemplo, al participar en el juego de computadora “No manches, ya fuma”, las chicas ponen en práctica comportamientos de resistencia a la presión social que ejercen sus amigos y compañeros para que fumen.

En el juego “Déjenla en paz” se evocan sentimientos de empatía con fumadoras que padecen males monstruosos asociados al consumo de tabaco, como cáncer de mama, cáncer cérvico uterino, depresión y menopausia prematura, y se alientan las actitudes negativas hacia las tabacaleras, que dirigen el poder adictivo de la nicotina hacia los jóvenes en general.

“Aunque hemos obtenido resultados positivos (las chicas han adquirido conocimientos, creencias distintas y habilidades de rechazo a la presión social), éstos aún son limitados, por lo que hay que crear una estrategia integral que involucre a la familia y al personal de las escuelas, para que los adolescentes en general puedan resistir la presión de los nuevos grupos sociales cuando ingresen en la preparatoria”, indica la académica de la UNAM.

A nivel macro

En opinión de Calleja, el combate al tabaquismo requiere medidas de control a nivel macro en todas y cada una de las escuelas del país.

“Nuestros juegos de computadora podrían llevarse a los salones de cómputo de las secundarias e, incluso, subirse a Internet; asimismo, se podría reforzar su efecto con los talleres interactivos, los cuales propician el contacto interpersonal y la discusión de las creencias falsas respecto al consumo del tabaco que sostienen los adolescentes”, dice la especialista de la UNAM.

Y como fumar es una adicción socialmente aceptada, considera que debe cambiarse el entorno social para desalentar el consumo de tabaco.

“¿Por qué no luchar por esa utopía? Un adicto a la nicotina tiene derecho a fumar siempre y cuando no enferme con su humo a los otros; ahora bien, ¿tiene derecho a lastimar su cuerpo y a pasarle a la sociedad y a su familia el costo económico y emocional de sus males asociados al tabaco?”.

Más información en el correo electrónico: ncalleja@camefe.com.mx. (Fernando Guzmán Aguilar)

Tomado de:

http://www.eluniversal.com.mx/cultura/65088.html

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