Una investigación revela que el "humo de tercera mano" (el residuo del humo de tabaco que persiste, pegado a superficies, mucho tiempo después de que un cigarrillo ha sido apagado) promueve la hiperactividad, causa daños pulmonares y hepáticos, y retrasa la curación de heridas. Esos residuos adheridos a superficies sufren reacciones químicas a medida que transcurre el tiempo y pueden volverse más tóxicos de lo que eran al principio.
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