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viernes, 5 de diciembre de 2008

El País, Cali. 5 de Diciembre de 2008

Ley 
Cali comienza a apagar el cigarrillo 
Por Evelyn Rosero R.-Elpais.com.co 
Elpais.com.co realizó un recorrido por los almacenes, casinos, peluquerías, restaurantes y otros establecimientos públicos del centro de Cali para indagar si trabajadores, transeúntes y propietarios conocían sobre la entrada en vigencia de la norma que prohíbe fumar en recintos cerrados. ¿La cumplen o no? ¿Consideran que es una medida eficiente? ¿La ponen en práctica? 

Camilo Arias vende ropa de hombre hace 23 años en el almacén que lleva su nombre, en la Calle 15 con Carrera 2. Según él, nunca ha permitido que sus visitantes enciendan un cigarrillo dentro de su local, porque es un hábito “horrible” y así lo confirman los avisos de 'No fumar' que se destacan, incluso, entre las camisas exhibidas. El comerciante manizalita recibió con alivio la norma, al afirmar que “seguro se va a salvar mucha gente de morir de cáncer”. 

En las primeras horas de la mañana, el Gran Centro Comercial, de la Calle 15 con Carrera 5, tampoco parecía tener infractores. Los avisos de 'No fumar' también eran visibles en los pasillos. María Lury Buendía, que se desempeña como vendedora hace diez años, asegura que hay vigilantes atentos para retirar del recinto a cualquier fumador. 

uego, en el segundo nivel del mismo centro comercial se asomó otra joven comerciante del local GIA couters, quien con mucha timidez expresó: “Me fastidia el humo. Muchas veces llega gente fumando, pero yo no digo nada. Eso sí, la norma es buena porque fumar no se ve bien”. 

Asimismo, las autoridades estaban un poco pasivas a la hora de identificar a uno que otro desprevenido, para imponer una sanción por inclumplir la nueva disposición. “Escuché que estaban haciendo una prueba piloto en Bogotá, con 15 días de sanciones pedagógicas. Pero acá aún no se ha definido como se aplicará la norma”, precisó el patrullero Barnas desde una esquina. 

El casino Aladin también dijo no ser indiferente a la norma. El administrador de uno de ellos, Raúl Chaparro, indicó que desde hace seis meses la aplican de forma “pedagógica”, pidiéndole al cliente que no encienda cigarrillos dentro del sitio. 

“La sensibilización nos ha funcionado, pues hace dos meses que nadie fuma. Al principio fue difícil, pero la respuesta ha sido positiva, al punto que quitamos los avisos de 'No fumar'”, expresó Chaparro. 

La peluquería Fénix, ubicada en la Carrera 4 No. 13-46, tampoco tolera el humo en el ambiente, así tenga que negar el acceso a un cliente. Su administradora, Amparo Perdomo, relató que el aire acondicionado concentra en mayor proporción el olor del cigarrillo, razón suficiente para no permitirlo. 
“Solamente una vez hemos tenido que llevarnos un cliente a la cocina, para que fume a puerta cerrada y no sea tan molesto”, contó de forma anecdótica. 

Los restaurantes también intentan seguir la norma al pie de la letra. Roberto Mancaleano es el jefe de mesas en Calimío y se encarga de que nadie fume. Eso sí, no niega que en un momento dado haya uno que otro desprevenido que enciende el cigarrillo. 

Lo mismo pasa con un negocio de almuerzos ejecutivos llamado Ricuras, donde los avisos que prohíben fumar se encuentran en cada columna. Javier Peña, propietario del restaurante, saludó la entrada en vigencia de la norma y precisó que no hay pero que valga para permitir a un cliente fumar. 

Los infractores 

De repente, en medio del calor que guardaba el centro de la capital vallecaucana, cuando se acercaba el mediodía, apareció un ciudadano expulsando el humo de un cigarrillo ya casi gastado. Su rostro de sorpresa fue evidente, al recordarle que hoy entraba en vigencia una norma que castigaba lo que estaba haciendo. 
Sin embargo, Duván Arboleda reconoció que el cigarrillo “perjudica a cualquier persona. Soy fumador hace seis años, pero voy a dejar de fumar. Por lo menos, eso trato”. 

El edificio Atlantis, en la Carrera 4 con Calle 14, también albergaba un desprevenido. A William Antonio Valencia Forero, de Quindió, Armenia, se le olvidó la norma y fumaba sin remordimiento en el primer piso de este lugar. Según afirmó, el hábito que reconoce como nocivo lo acompaña desde los 14 años y a los 53 que ya tiene, no lo ha podido dejar. “Lo he intentado pero no he podido”, agregó. 

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