Sao Paulo (DPA). El ex presidente de Brasil,
Luiz Inacio Lula da Silva, está “de buen humor y confiado”, relató hoy un médico amigo suyo, en la víspera del inicio del tratamiento de quimioterapia que iniciará este lunes en el hospital Sirio Libanés, en Sao Paulo, para combatir el
cáncer de laringe que le fue diagnosticado.
El médico Roberto Kalil Filho, quien hoy visitó a Lula da Silva en su residencia de Sao Bernardo do Campo, en la periferia de Sao Paulo, aseguró que el ex mandatario de 66 años está “extremadamente de buen humor y confiado, y eso es fundamental para el éxito del tratamiento”.
El médico agregó que Lula pasó la jornada acompañado por su esposa Marisa, a quien calificó como “el brazo fuerte” de la familia, y sus hijos y nietos.
SIN MENTIRAS
Kalil informó que accedió a realizar las declaraciones a la prensa a pedido expreso de Lula, quien afirmó querer total transparencia en relación a su dolencia.
“Él determinó a los médicos que fuesen bien transparentes. Lula sabe lo que fue diagnosticado, todo fue bien discutido”, añadió.
Precisó que el ex mandatario todavía está “un poco ronco” debido a los estudios y la biopsia que le realizaron el sábado, cuando se le diagnosticó la presencia de un tumor maligno de unos tres centrímetos de diámetro en la laringe. Por esa razón, Lula pasó la jornada descansando y hablando poco, tal como le recomendaron los médicos.
¿POR EL TABACO?
El ex presidente comienza el lunes por la mañana el tratamiento con quimioterapia que determinaron sus médicos, quienes optaron por ese método en lugar de recurrir a la cirugía para preservar los órganos afectados.
Según declaró el oncólogo Artur Katz, quien integra el equipo médico que atiende a Lula, el consumo de tabaco pude haber sido una de las causas que provocó la dolencia, aunque apuntó también como factores de riesgo el consumo de alcohol y causas virales.
Katz indicó asimismo que el tumor detectado en el ex presidente “no es muy grande” y que “las posibilidades de cura son excelentes”.
Entre las secuelas que puede dejar el tratamiento con quimioterapia está el pasar a tener problemas en el habla, según indicaron médicos citados hoy por el diario “O Estado de Sao Paulo”.
Según los especialistas, si bien en el caso del ex mandatario se optó por evitar la cirugía para preservar los órganos afectados, la quimioterapia que durará tres meses, sumada a un eventual tratamiento con radioterapia, pueden perjudicarle la voz, algo no menor para quien ha hecho de su palabra la principal herramienta para hacer política.
“La radioterapia causa un endurecimiento de los tejidos de la región. Y cuanto más rígido queda el tejido, mayor es la dificultad para hablar y tragar”, explicó el médico cirujano José Guilherme Vartanian, del Hospital A. C. Camargo.
El médico agregó que la quimioterapia “potencia los efectos dañinos de la radioterapia para el habla” y que “la región de la laringe afectada no se recupera más”.
Pese a que sus médicos aún no determinaron si además de quimioterapia Lula también será tratado con radioterapia, Vartanian cree probable la necesidad de dicho tratamiento, ya que, indicó, la quimioterapia no es suficiente para eliminar el tipo de cáncer que padece el político de 66 años.
Por su parte, la presidenta de la Sociedad Brasileña de Fonoaudiología, Mara Behlau, explicó que después del tratamiento contra el cáncer de laringe, es común que los pacientes queden con la voz más baja y ronca, pero que esos efectos pueden ser minimizados con ayuda de ejercicios vocales.
“Lula es un gran comunicador. Tiene una voz naturalmente ronca, que es muy característica de su personalidad. Estoy segura de que con la rehabilitación fonoaudiológica podrá recuperar casi totalmente su registro vocal”, agregó.
En tanto, politólogos conjeturan que la lucha contra la enfermedad, sumada a los posibles problemas en la voz, harán que el ex mandatario, quien gobernó Brasil entre 2003 y 2010, reduzca sus apariciones públicas y su activa participación en la contienda electoral de cara a los comicios municipales de 2012.
También se presume que el presidente habrá de poner freno a la intensa agenda internacional que venía cumpliendo desde comienzos de este año, cuando dejó la presidencia de Brasil tras dos mandatos consecutivos, en medio de históricos niveles de aprobación, que ascendían aproximadamente a un 80 por ciento.
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