Del Instituto Nacional de Cancerología
Por: Cartas de los lectores
En nombre del Instituto Nacional de cancerología E.S.E., quiero expresar mi preocupación frente al artículo “A la defensa del tabaco”, escrito por Felipe Morales (por invitación de Fedetabaco), publicado en la edición en línea de El Espectador.
Al respecto, encuentro necesario hacer algunas precisiones.
El control e del consumo de tabaco es contrario a los intereses económicos de la industria del tabaco, que depende de la prosperidad de la adicción, privilegiando su bienestar económico frente a la salud. No existe ninguna duda de los devastadores efectos del consumo de tabaco en la salud. De acuerdo con la información de institución, en Colombia mueren al menos 21.765 personas cada año por causas asociadas al tabaquismo y, según la OMS, en el mundo mueren cerca de seis millones. Estas cifras obligan a los gobiernos a tomar medidas para controlar el consumo.
El Convenio Marco para el Control de Tabaco (CMCT) de la OMS, al cual hace referencia el mencionado periodista y del cual Colombia es parte, tiene como objetivo proteger a las personas contra las consecuencias del consumo del tabaco. Es lamentable que se trate de presentar el intento de los gobiernos por proteger a sus poblaciones como si fuese una medida regresiva. Lo que hace el CMCT es proveer estrategias que controlan la oferta irresponsable y modulan la demanda mediante intervenciones dirigidas a proteger a los no fumadores del humo de segunda mano y advertir de los peligros del tabaco.
En el artículo publicado, el presidente de la IGTA (International Tobacco Growers Association) cita como ejemplo el caso de la prohibición del consumo de alcohol en EE.UU. y agrega que el resultado de la medida “fue que se consumía más”. De nuevo, las medidas tomadas por la OMS no prohíben el consumo y, contrario a lo expresado por el periodista, se encuentran basadas en evidencia científica que ha demostrado claramente su eficacia. Si fuera de otra manera, los países desarrollados no habrían adoptado las medidas propuestas por el convenio.
Para el presidente de ITGA, “el individuo tiene derecho a fumar si así lo quiere”. Contradice esa precepción el hecho de que la adicción se induce por parte de la industria mediante la publicidad y los bajos precios. De la misma manera, la mayoría de los fumadores desea abandonar su hábito cuando adquiere conciencia de los efectos del tabaco.
Siempre hemos creído que El Espectador es un aliado del progreso social de los colombianos, por esta razón nos extrañan los artículos de este tipo que, por invitación de la industria, buscan desvirtuar los avances importantes de países que, como Colombia, cuentan con una de las legislaciones más progresistas en esta materia.
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