Primero fueron los cigarrillos mentolados y ahora los que tiene aroma a vainilla, fresa, cacao o piña colada. Europa y las autoridades sanitarias están librando una nueva batalla con las compañías tabacaleras para prohibir los aditivos con sabores, su último gancho. «Los saborizantes dan una falsa sensación de que el cigarrillo es más seguro, lo que acerca a la población joven a esta adicción»
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