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jueves, 21 de agosto de 2014

latercera.com – 19 de Agosto de 2014 – Chile

Los costos del tabaco

COMO UN reflejo pavloviano comienza a discutirse un cambio impositivo sobre el tabaco y salen los voceros de las tabacaleras con el mismo discurso: los mayores impuestos van a aumentar el contrabando.

Llama la atención que este argumento se esgrima en todos los países del mundo, pese a ser extraordinariamente limitado en términos argumentales y tenga casi nula evidencia; curiosamente, a menudo se utiliza el argumento de la salud pública (los cigarrillos contrabandeados son más baratos y de inferior “calidad”) y la elección individual (los consumidores no saben lo que compran cuando el contrabando es alto) para justificar los temores. Para dejarlo claro: no existe evidencia científica que determine que un cigarrillo más caro produce menos daño a la salud que uno más barato. Todos los cigarrillos son tremendamente nocivos y, a menudo, los responsables directos de enfermedades mortales y costosas desde el punto de vista humano y material. En este sentido, ilegal o no, el cigarrillo es igual de peligroso.

Tampoco es cierto que subir los impuestos siempre eleve el contrabando. Según Euromonitor (una empresa que suele tomar sus datos de contrabando de la misma industria tabacalera), el contrabando en Chile era hasta 2013 inferior al 3% de la venta total de cigarrillos; es decir, prácticamente nada. Era inferior al 3% en 2009, justo antes del último aumento en el impuesto al tabaco y a pesar de las advertencias de la industria. Si se revisan las noticias de la época, se encuentra a los voceros de BAT Chile y Phillip Morris advirtiendo aumentos de precios extraordinarios producto de los impuestos (hasta un 85%), e incremento en el contrabando. Nada de eso ocurrió. Los aumentos de precios fueron menores y el contrabando permaneció prácticamente en los mismos niveles. ¿Por qué habría de cambiar ahora? No hay razón, y si la hubiera no sería un problema de los impuestos, sino de la institucionalidad; la solución no sería bajar los impuestos, sino incrementar los controles. La evidencia internacional es contundente en ese sentido.

Hoy, la epidemia del tabaco le cuesta a Chile unos US$ 2.100 millones anuales (costos directos de salud), según cifras del Minsal. Los costos indirectos suelen duplicar a los directos; es decir, los costos totales serían de US$ 6.000 millones anuales. La industria tabacalera paga alrededor de US$ 1.800 millones anuales (por todos los impuestos), donde la recaudación por impuestos al tabaco representa alrededor de US$ 1.500 millones. Pésimo negocio para la sociedad, que pierde salud, años de vida, productividad y no recupera siquiera una cuarta parte de ello.

Está demostrado que la herramienta más efectiva para bajar el consumo de tabaco es subir los precios. En Chile son bajos para estándares internacionales, y el consumo uno de los más altos del mundo. Los impuestos deben subir de manera importante para elevar los precios, recuperar parte de los costos totales y disminuir el consumo. El aumento a los impuestos propuesto en la reforma va en la dirección correcta, pero está lejos de ser “espectacular”, como dicen las tabacaleras. Probablemente ayude a aumentar los precios de las marcas más baratas y a disminuir el consumo. Pero debe avanzarse más y de manera más decidida.

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