El daño que provoca el humo del tabaco en la salud bucodental va más allá del clásico y conocido efecto de manchar los dientes y la halitosis, su verdadera y mayor amenaza es silenciosa y no se ve. El tabaquismo está estrechamente relacionado con la enfermedad periodontal, provocando la pérdida de piezas dentales, y es, junto al alcohol, causante principal del cáncer oral; además, es uno de los principales agentes que produce el fracaso de los implantes dentales. «Existe una estrecha relación entre el tabaco y las enfermedades periodontales tales como la gingivitis o la piorrea, patologías que se agudizan en los pacientes fumadores», asegura el Dr. Francisco Rodríguez Lozano, actualmente presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT).
La cavidad bucal es una de las localizaciones donde más claramente se manifiestan los efectos del tabaco, ya que constituye su puerta de entrada obligada en el organismo; al efecto nocivo que provocan los productos tóxicos del tabaco, se une el efecto del calor inducido al fumar. El humo de los cigarrillos está compuesto por unos 4.000 constituyentes que son farmacológicamente tóxicos, mutagénicos y carcinogénicos. Los fumadores tienen mayores niveles de bacterias patógenas en el periodonto y presentan una disminución de las defensas de la encía frente al ataque bacteriano, lo que se asocia con un importante aumento en la susceptibilidad a sufrir una infección periodontal.
Tal y como explica el Dr. Rafael Magán, de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA), «la encía del fumador recibe un menor aporte sanguíneo y de oxígeno, a la vez que disminuyen sus mecanismos defensivos contra las bacterias de la placa bacteriana. Esto justifica que estas bacterias dañinas produzcan una mayor destrucción del conjunto de elementos de sujeción del diente».
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