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martes, 2 de septiembre de 2014

el-nacional.com – 1 de septiembre de 2014 – Colombia

Examen al cigarrillo electrónico

El debate frente a los riesgos o los beneficios del cigarrillo electrónico parece haber encontrado en la Organización Mundial de la Salud un árbitro natural para dirimirlo. De hecho, esta organización acaba de conminar a todos sus países miembros a emitir pautas de regulación para estos dispositivos, acordes con lo estipulado por el Convenio Marco para el Control del Tabaco.

Justamente a causa de restricciones emanadas de dicho tratado, entre las cuales se cuenta la creación de espacios libres de humo para evitar la afectación de los no fumadores, estos artefactos han ido ganando terreno en relación con el cigarrillo tradicional.

Su éxito ha encendido el debate sobre si se trata o no de una opción menos dañina para la salud. Para la muestra está que hace apenas dos meses un grupo de expertos británicos en salud pública y tabaquismo le solicitó a la OMS que no se satanice su uso, por considerar que sí son útiles para dejar de fumar y porque carecen de los riesgos mortales del cigarrillo convencional.

Los que se oponen a esta clase de conceptos, y entre ellos algunas sociedades médicas mundiales, manifiestan que su contenido de nicotina, una sustancia evidentemente adictiva, convierte a estos vaporizadores en elementos tóxicos. Esgrimen, además, que aún no se han demostrado sus beneficios frente a la cesación del tabaquismo. Lo cierto es que lo único que se ha probado hasta ahora es que este produce cambios en las vías aéreas, aumento de la resistencia al paso del aire e irritaciones similares a las producidas por el cigarrillo normal. Lo demás no está demostrado.

De ahí que la más reciente solicitud de la OMS cae en un terreno fértil para que las autoridades de salud y la comunidad científica profundicen en el conocimiento de estos artefactos. A partir de ese análisis, y en un marco de clara evidencia, podrán emitir las recomendaciones específicas sobre su comercialización y uso.

No cabe duda, eso sí, de que su venta a menores de edad debe prohibirse, así como su utilización en espacios cerrados o cerca de terceros, especialmente niños. Son medidas mínimas de prevención que conviene adoptar ante un producto del que no está dicha la última palabra.

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