La meta de la UE: esconder las marcas y prohibir las máquinas de tabaco
Mientras que en España el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy parece dispuesto a suavizar la legislación antitabaco y permitir que se vuelva a fumar en bares y restaurantes, la Unión Europea parece ir justo en la dirección contraria. El comisario de Sanidad, John Dalli, es partidario de prohibir las máquinas expendedoras de tabaco , de restringir al máximo los ingredientes que se utilizan -se impediría por ejemplo la venta de tabaco mentolado- y, sobre todo, de ampliar el tamaño de las fotos impactantes en las cajetillas con más advertencias sanitarias, escondiendo así las marcas, algo similar a lo que sucede ya en países como Australia.
Hace dos años, la Unión Europea planteó ya a los estados miembros la necesidad de endurecer la legislación para impedir que se pudiera fumar en los espacios públicos, algo que han hecho ya 15 de los Estados miembros, pero ahora, convencida de los problemas sanitarios que genera el tabaco , quiere ir mucho más allá.
De momento, el año pasado, las autoridades de Sanidad plantearon ya una consulta pública a Estados, ciudadanos, ONG e industria, para conocer cuál sería la respuesta de todos ellos. Aunque no todos los Gobiernos han respondido, hay quien sí que se ha mostrado ya partidario de los cambios. De hecho, el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero respaldó en este sentido la introducción de la cajetilla genérica como una posibilidad para reducir el consumo, además de la limitación y control de los ingredientes. No obstante, rechazó la prohibición de las máquinas, teniendo en cuenta que en nuestro país hay fabricantes muy importantes, como es el caso, por ejemplo, de Azkoyen.
Rechazo de los estanqueros
A la espera de lo que pueda ocurrir, y de un cambio de parecer por parte del nuevo Ejecutivo de Rajoy, una de las primeras organizaciones que ha mostrado ya su malestar conforme avanzan los planes comunitarios ha sido la Unión de Estanqueros de España.
La patronal de las expendedurías ha manifestado su rechazo, sobre todo a una eventual aprobación del empaquetado genérico de los cigarrillos que, según ha advertido, tendría unas consecuencias "devastadoras" para todo el sector al propiciar un abaratamiento de los precios y un incremento de las ventas de productos de contrabando y falsificados. "Con este tipo de empaquetado, consistente en cajetillas sin logotipos y con colores uniformes para todos los productos, las marcas sólo podrán competir en precio" para diferenciarse entre sí", explica la organización.
En la industria tabacalera, sin embargo, prefieren mostrarse más prudentes. Aunque, como es lógico, han saltado las alarmas en todas las empresas, la Asociación Empresarial del Tabaco , la patronal que integra a todo el sector, salvo a la norteamericana Philip Morris, prefiere no hacer declaraciones a la espera de que haya una propuesta definitiva. "No podemos opinar sobre algo que todavía está en estudio", aseguran.
Críticas de los fumadores
El Club de Fumadores por la Tolerancia, una organización que representa los intereses de los consumidores, sí que habla sin embargo de forma clara y contundente. "Son otra prueba más de que las políticas que pretenden las autoridades sanitarias no tratan de proteger la salud ni el derecho de los no fumadores, porque no se protege a ningún ciudadano haciendo que la cajetilla de tabaco sea genérica o prohibiendo las máquinas de tabaco ni, mucho menos, prohibiendo el uso de tabaco sin humo (los snus)", asegura el portavoz del Club, Javier Blanco.
En su opinión, "la prohibición de las máquinas dejaría desabastecido el mercado y dispararía el contrabando y la falsificación". De momento, y a la espera de lo que se decida en Bruselas, el tráfico ilegal de cigarrillos está subiendo por primera vez en los últimos 15 años. Durante el último ejercicio, se ha multiplicado por siete, alcanzando ya una cuota de más del 5 por ciento sobre el total mercado. El repunte empezó ligeramente en 2010, pero se ha disparado en este último año.
En su opinión, "la prohibición de las máquinas dejaría desabastecido el mercado y dispararía el contrabando y la falsificación". De momento, y a la espera de lo que se decida en Bruselas, el tráfico ilegal de cigarrillos está subiendo por primera vez en los últimos 15 años. Durante el último ejercicio, se ha multiplicado por siete, alcanzando ya una cuota de más del 5 por ciento sobre el total mercado. El repunte empezó ligeramente en 2010, pero se ha disparado en este último año.
De acuerdo con los datos de Aduanas y del Comisionado del Mercado de Tabacos (CMT), un organismo dependiente del Ministerio de Economía encargado de la regulación del sector, esto equivale a un fraude fiscal de entre 500 millones y 600 millones. Y esto en un mercado que mueve anualmente unos 12.000 millones y que está fuertemente regulado. El contrabando se ha disparado en las localidades costeras, con especial incidencia en Andalucía.
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