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lunes, 29 de junio de 2009

El Tiempo. Opinión (Editorial)

Sin cortinas de humo

La ley antitabaco fue una de las iniciativas que el Congreso aprobó en la legislatura pasada. Si bien su trámite estuvo teñido de denuncias de presuntos sobornos de la industria tabacalera y de amenazas de muerte a parlamentarios, el proyecto implementa una serie de duras medidas, que restringen tanto la publicidad como la promoción, el consumo y la venta de cigarrillos.

La nueva normatividad apunta a combatir el tabaquismo como una de las adicciones que más efectos nocivos comprobados generan en las personas. Según datos recientes, se calcula en 64 los colombianos que en promedio mueren diariamente por males relacionados con el cigarrillo. A esto se añaden 3.400 víctimas pasivas del humo ajeno. Todo esto sin contar con las enfermedades asociadas al consumo de tabaco, como las cardiovasculares y varios tipos de cáncer.

Apenas el proyecto entre en vigencia, tanto la promoción en eventos deportivos y culturales, como la publicidad exterior estarán prohibidas en unos dos años. Además, ya no se podrán vender cigarrillos al menudeo y las cajetillas tendrán en un 30 por ciento de sus carátulas fuertes mensajes y fotografías para advertir sobre los riesgos de fumar.

La aprobación de este paquete llega en momentos en que muchos gobiernos de todo el mundo están endureciendo su actitud ante este producto. Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó el Convenio Marco contra el Tabaco en el 2003, 164 países se han adherido a él, incluyendo a Colombia. Las restricciones para fumar en los sitios de trabajo, oficinas gubernamentales, restaurantes y bares son hoy pan de cada día en las sociedades más disímiles, desde China hasta Canadá, pasando por Rusia, Australia, Bahrein e India.

A pesar de esos esfuerzos, la OMS califica el tabaquismo como una epidemia mundial, que cobra 5,4 millones de vidas al año. Como el 80 por ciento de estas muertes se dan en países subdesarrollados, Margaret Chan, directora de ese organismo internacional, dice que "los países en desarrollo representan extensos mercados nuevos para las empresas tabacaleras". Esto implica que no son ni tardías ni inútiles las medidas que el gobierno colombiano tome para tratar de reducir el consumo de cigarrillo.

Según datos de la Encuesta Nacional de Salud del 2007, la prevalencia de los fumadores entre adolescentes y adultos ha venido disminuyendo en los últimos años. Mientras que en 1998 el 18,9 por ciento de los adultos colombianos fumaban, en el 2007 la cifra había descendido al 12,8 por ciento. Entre adolescentes de hasta 17 años, la encuesta encontró una prevalencia del 2,5 por ciento. No obstante, otros estudios muestran que no hay que bajar la guardia con los menores: una encuesta internacional de tabaquismo en jóvenes reveló que tres de cada diez escolares de Bogotá fuman y que su edad promedio de inicio está alrededor de los 12 años. La norma contra la venta del cigarrillo al detal y las fotos de las cajetillas están orientadas a disuadirlos de adquirir el hábito.

Las críticas a la nueva ley antitabaco no faltan: que la libertad de los fumadores se restringe y que no habrá recursos para el deporte y la cultura. Otros han denunciado que los ingresos de los vendedores ambulantes estarían amenazados. Sin embargo, el Estado no está impidiendo directamente el libre derecho de un ciudadano a fumar al regular los espacios libres de humo. Asimismo, los eventos culturales y deportivos cuentan con atractivos de peso para convencer a nuevos patrocinadores que no estén asociados con un producto tan adictivo y nocivo. En conclusión, este paquete de medidas pone a Colombia en sintonía con el esfuerzo internacional de disminuir los altos costos en salud, bienestar y economía que genera la epidemia del tabaquismo.

Tomado de:

http://www.eltiempo.com/opinion/forolectores/sin-cortinas-de-humo_5549747-1

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